ANÁLISIS Y OPINIÓN

¿Quién es el candidato del Kirchnerismo?

Por Damián Ciganda

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Luego de que Cristina anunciara que no va a ser candidata a ningún cargo electivo por el peronismo en las elecciones presidenciales de 2023, algunos se levantaron con ganas de hacer pintadas “AXEL 2023”, mientras que otros piensan lo mismo pero se preguntan ¿Candidato a qué? ¿Presidente? ¿Gobernador? Luego de 20 años, el apellido Kirchner no va estar en la boleta con el sello de Perón y Evita. El anhelo de muchos dentro del peronismo y el sindicalismo tiene su contrapunto en la tragedia para una generación que se forjó al calor de los discursos de Néstor y Cristina y que sabe que tiene más para perder que los que hoy toman las decisiones.

Con CFK proscripta, el peronismo está obligado a encontrar nuevos referentes y candidatos para las próximas elecciones. La CGT sólo se expidió con un tibio comunicado, mostrando una vez más la distancia que existe entre la cúpula de la CGT y el Kirchnerismo. Hoy los dirigentes sindicales tienen la oportunidad histórica de sacar músculo político y llevar al Peronismo a donde ellos consideran que debe ir, porque hasta ahora, en su discurso el problema era Cristina.

Sergio Massa siempre es un nombre amigable para todos. Es un candidato para la unidad del peronismo. Porque si bien Cristina no va a ser candidata, no significa que el espacio kirchnerista no tenga proyecto presidencial. Todo lo contrario. El Kirchnerismo tuvo a Néstor, a Cristina, a Daniel, a Alberto, y ahora… ¿A quién? Quedó demostrado a lo largo de los años que han presentado siempre lista en todas las elecciones, PASO incluidas (¿Qué va a pasar ahora con las PASO?). Si no hay apellido Kirchner en la boleta, no puede ser Máximo, ¿O si?

Los intendentes peronistas del conurbano ya perdieron una vez frente a Vidal, y de esa experiencia sobreviven Grindetti, Garro, Gay, Valenzuela, Montenegro, entre otros. Junto con los gobernadores son los que más tienen para perder y lo saben. No tiene un proyecto presidencial propio, no hay una conducción clara (como fue Menem en La Rioja, Néstor en Santa Cruz o Duhalde en Buenos Aires). Con un peronismo dividido todo puede pasar. Son los socios históricos del kirchnerismo, para lo bueno y para lo malo. Veremos de qué lado de la brecha se encuentra cada uno.

Por estos días Manes es el argentino con la sonrisa más grande. Llamen a la Asociación Guinness. Sabe que Juntos por el Cambio necesita la unidad y que los únicos con capacidad política y territorial, en el interior del país y en la pampa húmeda, son los radicales. Algo que el partido sabe hacer a la perfección, hasta podríamos decir que es la PYME RECUPERADA de la política de los 80 más exitosa.

Juntos por el Cambio tiene la obligación de sostener el culebrón (hubo momentos del año que la interna de la oposición se llevó todo el rating), para no perder votantes y a la vez empezar a ensayar la unidad, ¿Se viene la foto del verano? Contra Mauricio muy pocos parecen tener chance. Demostró que juega en serio y Vidal lo sabe. Alguna de todas las figuras de primera línea de Juntos por el Cambio tiene que ceder fuerte o estar dispuesta a perder para lograr que “la sangre no llegue al río” y tengan lista de unidad frente a lo que puede ser una muy buena elección de Milei.

Con la decisión de Cristina cambió todo. La política pasó de ser una disputa por dos modelos de país, a una guerra puertas adentro de cada espacio político. El peronismo sin la conducción de Cristina es proclive a dividirse porque no hay una figura de peso que junte a los gobernadores, los intendentes, los dirigentes sindicales, los movimientos sociales y todos los que componen ese arco político.

El Peronismo no tiene un escenario como en otras épocas, donde la oposición era Cario con una Biblia y Altamira desde un Café Notable de Buenos Aires. Se enfrenta a una oposición experimentada, con dirigentes que tienen muchos años de experiencia pero son jóvenes, que ya fueron gobierno y que también perdieron, que aprendieron a decir “territorialidad” y disponen de un monopolio mediático para publicitar sus actos y lo más importante, aprendieron que cualquiera puede gobernar.

Las próximas elecciones quizás sean un cambio de época para el sindicalismo y el peronismo, con nuevos nombres y nuevas alianzas. En la próxima se jubilan varios dirigentes históricos y una nueva camada, hoy con poca difusión, tiene que tomar las riendas de lo que vendrá. Hasta ahora esta generación siempre tuvo que pedir permiso o esperar a que los inviten. Sin embargo lo que está en juego es el futuro y no los 20 años para atrás.

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