ANÁLISIS Y OPINIÓN

La refundación de la CGT desde el interior

La central sindical generó ayer uno de los eventos sociales y políticos más imponente de los últimos tiempos, vitalizado por una fuerte movilización federal en el interior del país, que abre las puertas a una recomposición total de la estrategia de conducción. La oportunidad es única, y es ahora.

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Por Juan Manuel Morena

En marzo de 2017 se registró uno de los momentos más tragicómicos del último tiempo. A la CGT le robaban el atril en medio de una movilización contra el gobierno de Mauricio Macri y generaba una catarata de burlas que persisten hasta la actualidad. De que aquel día a la movilización de ayer al Congreso pasaron siete años, y en la estructura de conducción no hubo demasiados cambios. Los actores son casi los mismos, aunque algunos supieron reinventarse. Pero sí lograron lo que en años no pudieron: en apenas un mes encontraron una centralidad social y política, forzada por un Presidente que decidió subirlos al ring.

La movilización contra el DNU y la ley ómnibus reflejó una reacción reactiva, destacada en el sector y por pares internacionales, pero la pregunta que deberíamos hacernos hoy es si hacia adelante el accionar de ayer se sustenta en una estrategia. Es por eso que la CGT necesita de una oposición organizada. De un peronismo nuevo y de pie. Hay un problema temporal, pero a eso la central sindical le puede dar un soporte, puede esperarlos.

Ayer todos los movilizados sabían a qué iban. Un punto que no fue común en el tiempo cegetista, y eso lo consiguió Milei. Existe conciencia general, por arriba de las organizaciones, y en ese marco las medidas que lleva adelante la CGT están teniendo respuestas.

El dato clave del 24E, además de la masividad en las calles porteñas, fueron las impactantes movilizaciones en el interior del país. Un aspecto importantísimo para lo que viene. Las principales ciudades de Argentina vieron desfilar a miles y miles de trabajadores, algo inédito en varias de las provincias. Fue de importancia en ese aspecto el proceso de normalizaciones de las regionales de la CGT, sumado al plenario realizado el 10 de enero en Azopardo, que demostró el carácter federal de la central. Fue un muestrario del sindicalismo de base, de proximidad, que garantizó el éxito en el interior, y no las organizaciones centralizadas con más recursos de Capital Federal. Estamos ante un germen esperanzador para el futuro del sindicalismo argentino.

A esto se suma el impacto internacional y la solidaridad que las organizaciones globales sindicales transmitieron al gremialismo argentino, con importante presencia de dirigentes de la región en la Plaza del Congreso. Esto es producto de esfuerzo y acompañamiento de los argentinos con todas las organizaciones. Para el mundo, en Argentina hay un modelo ejemplar.

Todos estos aspectos positivos no estuvieron acompañados de temas centrales, de los que hoy habla la prensa y buena parte de la opinión pública. Los discursos dejaron un vacío y no estuvieron a la altura de semejante convocatoria, suplicando a los legisladores -en voz de Héctor Daer- y acompañado por documento técnico, seguramente escrito por abogados (con todo el esfuerzo), que no le habló a los trabajadores. Hubo un mensaje a la política, faltó un documento hacia los trabajadores.

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El discurso de Pablo Moyano también falló. No en su contenido, si no en las formas en contramano con el contexto y la presencia de personalidades. Hablar de «tirar al Riachuelo» a una persona, por más que sea el enemigo, ubicado a metros de la Madre de Plaza de Mayo, Taty Almeida, es al menos inapropiado. Ya es un hombre de 50 que si no lo entendió demuestra que no está a la altura de la circunstancia histórica. Se refleja en sus palabras. “Pablo viene renunciando a cualquier liderazgo”, dice un agudo analista.

De la lista de oradores se bajó a Carlos Acuña, que por omisión y en silencio demostró tampoco estar a la altura. Se habla de problemas de salud. Hay que saber dar un paso al costado. Es el momento.

Es evidente en este nivel de complejidad cuando en las organizaciones no está al mando el N°1. Cuando la representación del sector no está presidida por el que manda realmente. Y la CGT mostró esa renguera, que está a tiempo de corregirla. Ni Pablo en Camioneros ni Acuña en su sector son los líderes, y se nota mucho.

Otro punto a contramano en la organización de la masiva convocatoria fue el sonido y la transmisión de los discursos. Las voces de los oradores solo se escuchó en cercanías al palco, sin llegada a la totalidad de la plaza y el trazo de la Avenida de Mayo. La situación generó quejas en los propios sindicalistas, registrándose desconcentraciones de distintos sectores mientras aún los dirigentes realizaban sus discursos. La magnitud de la central y la convocatoria requieren de un profesionalismo mayor para dar respuesta a semejante demanda. Otro capítulo fue el horario elegido: ¿15 horas para un acto en pleno enero?

Lo cierto es que entre buenas y malas, la CGT se encuentra hoy a la puerta de un desafío crucial, transitando un momento refundacional con la posibilidad de retornar, no solo al escenario fuerte del movimiento justicialista como columna vertebral, sino de reformular la vigencia de una organización histórica con el desarrollo de un programa integral que de vuelta una página de desconcierto, improvisación y «parches». Es el momento. Es ahora.

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